Tras esa mascarada, el mercado bulle. Y, lo que es peor, los agentes económicos ya incorporaron como dato básico para sus negocios y operaciones que, si por algo no deben guiarse, es por las cotizaciones que transmiten esas pantallas...

Por el contrario, adoptan otras que nadie sabe quién fija, pero cada vez más agentes toman como válidas o, por lo menos, como más indicativas a la hora de cerrar transacciones.

Detrás de este fenómeno, está la persistencia de una elevada tasa de inflación pese al contexto de fuerte desaceleración que registra el nivel de actividad. O peor aún, la aceleración que las propias estadísticas oficiales detectan (el nivel general del índice de precios al consumidor creció 3,5% en el primer cuatrimestre del año, frente al 3,1% de un año antes), aun cuando ambos se confeccionan tomando valores difíciles de ubicar en cualquier góndola de supermercado e imposibles de contrastar, desde que el Indec optó en 2008 por el ocultismo estadístico para evitar desacreditar sus propias mediciones.

Pero lo que llama la atención o, para mejor decir, inquieta sobremanera a los operadores es que el Gobierno haya decidido darle otra vuelta al torniquete que aplica desde fin de 2011 a la demanda privada de divisas cuando la plaza cambiaria local transita lo que se conoce como su "temporada alta", es decir, el período del año en que se concentra el grueso de las liquidaciones sojeras, el principal y más estable aporte de divisas al país en la última década.

No es sólo eso. Sorprende además que lo haga cuando, desde hace seis meses, aplica a su antojo el derecho de admisión a cualquier compra de dólares, desde la más pequeña hasta la de mayor envergadura.

Más aún, que lo haga en momentos en que el aumento de la cotización de la soja (aquel "yuyo" denostado por el discurso oficial en 2008 y endiosado en la actualidad) no deja de alegrar al fisco. "Si uno mira las liquidaciones del sector sojero, están volcando al mercado más o menos la misma cantidad de dólares que el año pasado. Esto demostraría que el aumento en el precio de la soja contrarrestó las menores cantidades para vender por la caída de la cosecha de 50 a 41 millones de toneladas de un año al otro por efecto de la sequía", apuntó el economista Federico Muñoz.

Incluso desconcierta que la AFIP decida bajar más la barrera a las compras privadas cuando el BCRA compró durante el primer cuatrimestre del año poco más de US$ 5000 millones en la plaza local por efecto de las restricciones impuestas a la demanda y la ampliación forzada en la oferta, al sumar a petroleras y mineras al mostrador o recortar intempestivamente los plazos para que otros exportadores ingresen las divisas al país.

Esa cifra es apenas inferior al récord de compras por US$ 5300 millones que logró en igual lapso de 2007, cuando la economía volaba y no eran realidad las medidas que tendieron a sumirla en la incertidumbre.

Este cúmulo de razones explica por qué las últimas decisiones oficiales (sumadas al nerviosismo que causa la devaluación del real) devolvieron al mercado local al nivel de incertidumbre que tuvo durante la segunda parte de 2011, es decir, el momento en que se incubó la tendencia a la retracción que la economía apenas exhibe hoy.