La Argentina está recibiendo advertencias de todo tipo. Una de ellas es la que hubo, en las últimas semanas, de parte del Departamento de Estado norteamericano que alertó acerca de un complot iraní que tenía, entre otros blancos, a la Argentina. “Hay tantas razones para creerle a Washington como para considerar su advertencia un intento propagandístico”, ironizan los doctores Vicente Massot y Agustín Monteverde en su nuevo análisis político.

Pero también es cierto que la situación internacional “ha tenido unas variaciones a las cuales sólo un soberbio o un ignorante dejaría de prestarles atención. Entre 2003 y hoy el kirchnerismo contó con el viento de cola de la economía mundial, el alza generalizada de los precios de las commodities de origen agropecuario, las bajas tasas de interés, la bomba aspirante china y el Brasil”, destaca el informe.

Sin embargo, Massot y Monteverde reflexionan en que “de resultar una turbulencia en los mercados internacionales u otros motivos ajenos a la voluntad de la Casa Rosada, y se desacelerase la economía china, se devaluase el real o decreciese el precio de la soja, necesariamente los efectos de esos frenazos y caídas se harían sentir en estas playas”.

El informe acentúa que desde Brasil también se hicieron escuchar voces de alerta en el círculo del establishment económico. Guido Mantega, ministro de Hacienda brasileño, y Fernando Pimentel, titular de la cartera de Industria de ese mismo país, trazaron la semana pasada un diagnóstico sombrío. El primero dijo algo que no habíamos escuchado antes: “El foco de nuestra actual preocupación pasa por China (…). Tenemos que rezar para que la economía china no se caiga”. Por su lado, su colega en el gabinete de Dilma Rousseff, repitió una tesis ya conocida pero no por ello menos importante: “La crisis de 2008-2009 no se resolvió y se prolongó. Ahora se transformó en un quiebre del modelo vigente en las economías desarrolladas”.

Si tales predicciones fueran ciertas, los analistas reparan en que “más le convendría a Cristina Fernández y a Amado Boudou hacer otro tanto. Porque si China estornudase, Brasil se resfriaría y nosotros padeceríamos una pulmonía grave”.

Sumado a este vaticinio, el informe menciona las noticias que llegan de Córdoba, y es que hace diez días la empresa de automotores FIAT amagó con una suspensión masiva de su personal. “Luego dio marcha atrás porque no quiso malquistarse con la administración kirchnerista. Setenta y dos horas después, la francesa Renault decidió seguir un curso similar al de su par italiana. En principio pensó parar la producción todos los lunes del mes de noviembre, y así se lo manifestó a la filial mediterránea de Smata. Luego emitió un comunicado negando que existiera “ninguna medida excepcional… confirmada para el mes de noviembre…”, resumieron Massot y Monteverde.

Retomando las declaraciones de Mantega y Pimentel de Brasil, los analistas sostienen que “no son unos charlatanes interesados en crear, por anticipado, pánico en su país y en las naciones vecinas. Sería disparatado pensarlo. Por el contrario, son políticos avezados que no acostumbran a jugar a las escondidas con la realidad. Hay, pues, que tomarlos en serio. De su lado, la FIAT y la Renault —que se han cansado de vender autos en estos años— tampoco obran a tontas y a locas. Sus directivos saben que ensayar una política de suspensiones masivas o escalonadas es la forma más fácil de ponerse en contra a las autoridades nacionales y provinciales, a los sindicatos del ramo y a la gente. De modo tal que lo último que harían es jugar irresponsablemente con semejante amenaza. De momento se echaron para atrás, pero por alguna razón atendible sopesaron la alternativa”.

Y hacia al final de su informe, los analistas reparan en que “hay una correspondencia entre las preocupaciones del gabinete brasileño y la abortada decisión de suspender parte del personal de dos de las fábricas de automotores más importantes de la Argentina. El principal comprador de los vehículos terminados en las plantas de la provincia de Córdoba por la FIAT y la Renault, no es Estados Unidos, Alemania o el Japón. Es Brasil”.