Es casi un lugar común, una frase hecha: a la ciencia le cuesta hacerse conocer en la vida cotidiana, mostrarse en el “mundo real” más allá de pipetas, tubos de ensayo o ambientes esterilizados. Una auténtica paradoja ya que —justamente— es la realidad su objeto de estudio y el ámbito en el que pretende generar cambios. Y sin embargo los científicos están entre nosotros, muchas veces más cerca de lo que creemos, y podemos encontrarlos en lugares inesperados. ¿Quién podría imaginarse que, por ejemplo, en el corazón de una mole burocrática como el Ministerio de la Producción hay un laboratorio donde se gestan avances biotecnológicos que podrían revolucionar algunos procesos en el sector agropecuario?
Ariana Soutullo es doctora en ciencias biológicas y jefa del Laboratorio de Inmunoquímica del Laboratorio de Diagnóstico e Investigaciones Agropecuarias de la cartera productiva, donde trabaja desarrollando nuevos métodos para hacer mejores diagnósticos de enfermedades animales y crear vacunas. Allí, con el apoyo de la UNL, logró diagnosticar Anemia Infecciosa Equina (AIE) en sólo tres horas (contra las 48 del sistema tradicional) y tiene avanzada una “vacuna por ADN” que sería la primera en el mundo. También trabaja en otra contra Leucosis y, junto con el INTA Castelar, creó un sistema para detectar Tuberculosis con sólo una muestra de leche del tanque de frío de un tambo, técnica que cambiaría radicalmente el control de la enfermedad.
Desmenuzando ADN
La vedette del laboratorio es una pequeña maquinita parecida al controlador fiscal de un negocio, pero con algunos botoncitos más. Se llama Termociclador y —explica Soutullo— “es como una fotocopiadora biológica” que permite realizar análisis por PCR (sigla en inglés de “Reacción en Cadena de la Polimerasa”). Lo que hace el artefacto es multiplicar copias de una porción de ADN para hacerla visible. Sobre esta técnica, y también con otra llamada ELISA (Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay: Ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas), se asientan la mayoría de los estudios que allí se realizan.
Una de las enfermedades sobre la que más están trabajando es AIE. “Es como un pariente cercano del HIV-Sida porque pertenece a la misma familia”, explicó la científica. Esta patología, que “afecta al 25% del rodeo equino de la provincia”, se transmite por tábanos o jeringas infectadas y no tiene tratamiento, por lo que sólo puede sacrificarse al animal o inmovilizarlo en un establecimiento. El perjuicio económico para el productor radica en que se necesitan más caballos para el trabajo, restándole superficie forrajera a la hacienda.
El diagnóstico de AIE se hace por el Test de Coggins y puede tardar entre 48 y 72 horas. Pero Soutullo logró reducirlo a sólo 3 horas determinando la presencia viral por PCR y detectando anticuerpos con ELISA. “A nivel de campo a lo mejor no tenga implicancia, pero sí en el hipódromo; no es lo mismo esperar 2 o 3 días para saber si un caballo va a correr que 3 horas”, explicó.
Lo que sí puede impactar en la producción es la “vacuna a ADN” sobre la que la jefa del laboratorio está trabajando, desde hace 8 años, junto a la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas. Aunque son conscientes de que es “una quimera” ya que se trata de un retrovirus, Soutullo es optimista: “ya tenemos definido cuatro partes del virus, cuatro sectores muy chiquititos (secuencias) que podrían, in vitro, generar una respuesta inmune protectora”. Actualmente sólo hay una vacuna en el mundo, es de tipo viral y se logró en China pero para las cepas virales autóctonas, por lo que sería inútil traerla al país.
“No hacemos una vacuna viral, sino que tomamos ciertas partecitas genéticas y las introducimos todas juntas y hacemos una vacuna con un ADN con todas esas partecitas”, explicó la investigadora con un considerable esfuerzo pedagógico, y detalló cómo funcionaría: “una vez que se introduce en el caballo esa información a través del ADN va a servir para sintetizar proteínas que son las que generarían una respuesta inmunoprotectora”.
El desarrollo es muy costoso y se financia con subsidios del CATT (Curso de Acción de Transferencia Tecnológica) que otorga la UNL; de la Nación, vía Consejo Federal de Ciencia y Técnica (Cofecyt); más otros aportes del Ministerio. “Con plata estamos a 3 o 4 años de saber si se puede o no conseguir la vacuna”, estimó Soutullo, mientras espera un subsidio de aproximadamente $300.000 pesos para tres años solicitado ante la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación.
Para los tambos
La otra enfermedad importante que están atacando desde el Laboratorio de Inmunoquímica es la Leucosis, también generada por un retrovirus. “Hoy en día, por chequeos que hicimos, yo me aventuro a decir que hay más del 90% de los tambos infectados”, dijo la jefa del área, y precisó que —además de disminuir la producción de leche— el 1% de la población infectada desarrolla linfomas cercomatosos que causan la muerte del animal. Sobre esto “estamos tratando de desarrollar una vacuna por ADN”, un producto que no existe aún. Soutullo comentó que “el boom de la Leucosis comenzó con la vacunación antiaftosa por usar la misma aguja”, y sobre esta patología también desarrolló un método de detección por PCR, pero que no es trascendente por la alta prevalencia de la enfermedad.
Lo que sí será una revolución en los tambos es una nueva forma de detectar Tuberculosis, nacida también en las dependencias del Ministerio de la Producción junto a los doctores Angel Cataldi y Martín Zumárraga del INTA Castelar. Actualmente, para declarar libre de la enfermedad a un establecimiento se inyecta la bacteria Mycobacterium bovis a 15 bovinos, a los que se necesita revisar a las 72 horas para chequear el tipo de reacción. Pero gracias a la técnica de PCR ahora con una sola muestra del tanque de leche —donde están representadas todas las vacas en ordeñe y no sólo 15—, se puede detectar la presencia de la enfermedad. “La técnica tradicional anda muy bien, pero te lleva tiempo porque hay que volver a ver cada vaca”, explicó Soutullo, y lanzó una verdadera revelación surgida de la aplicación de su método: “en los tambos declarados libres nosotros hemos encontrado que el 38% no son libres, en tanto que por las auditorias comunes por PPD (la técnica de la tuberculina) el 4.5% no es libre”.
La investigadora adelantó que “el sistema ya está listo para ser empleado de acá en más; ya hicimos un chequeo en 300 establecimientos y estamos preparando un paper con el INTA Castelar para ser publicado en una revista internacional”.
Santa Fe: polo biotecnológico
Esta semana fue noticia el patentamiento en India y Australia (que se suman
a la ya obtenida en EE.UU.) del proyecto desarrollado por la doctora Raquel Chan
sobre el gen Hahb-4 (extraído del girasol) a partir de cual se podrán lograr
cultivos tolerantes a sequía y salinidad. Así lo comunicó Bioceres S.A., empresa
que tiene los derechos de uso y explotación de este desarrollo conjunto entre la
Universidad Nacional del Litoral y el Conicet, generado en el Instituto de
Agrobiotecnología del Litoral (en el que participan las facultades de Bioquímica
y de Ciencias Agrarias).
A raíz de esto Javier Lottesberger, decano de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, afirmó que “Santa Fe se posiciona como polo de desarrollo biotecnológico” y resaltó que esa casa de estudios cuenta con “alrededor de 38 o 40 patentes” en proceso de tramitación sobre diversos desarrollos científicos propios.
Lottesberg también comentó que están avanzadas las obras para construir el edificio propio del Centro Biotecnológico en el denominado Parque Tecnológico. “Esperamos —calculó— que para fin de año o principio del que viene ya esté la primera etapa del edificio terminado con lo cual los grupos de investigación más importantes puedan mudarse a nuevos laboratorios y tener mejores condiciones edilicias para seguir investigando”.
No están solos
Desde hace 10 años el Laboratorio de Inmunoquímica del Ministerio de la
Producción trabaja en conjunto con la Facultad de Bioquímica y Ciencias
Biológicas de la UNL, razón por la cual la Dra. Adriana Soutullo puso un
especial énfasis en enumerar a los profesionales de esa casa de estudios que
participan en los desarrollos generados desde la cartera productiva: la
bioquímica Maria Inés García; la Dra. Ileana Malan Borel, a cargo de la cátedra
de Inmunología Básica; la Dra. Georgina Tonarelli, que conduce el Departamento
de Química Orgánica; Silvia Fernández, de la Cátedra de Química Analítica; y el
Dr. Iván Marcipar, que dirige la Cátedra de Inmunología Tecnológica (de la
carrera de Biotecnología). “Todo en un solo lugar no se puede hacer; hay que
compartir recursos, tanto humanos como edilicios o de equipamiento, porque todo
esto es muy muy caro”, explicó.
/// el dato
El Laboratorio de Diagnóstico e Investigaciones del Ministerio de la Producción
prestigia las acciones sanitarias de fiscalización, incorporando tecnología en
el diagnostico mediante análisis complementarios basados en modernas técnicas de
genética y biología molecular, así como en la prevención mediante el desarrollo
de vacunas en base a procesos biotecnológicos. Ello coloca a la Provincia de
Santa Fe a la vanguardia en el país en más de una ocasión.
Estas instalaciones son una herramienta de suma importancia para garantizar el trabajo de control y erradicación de enfermedades. El laboratorio define en forma rápida y precisa, presencia y/o ausencia de agentes infecciosos, la virulencia de los mismos y el estado inmunitario de los animales, aportando de esta forma indicadores para tomar acciones inmediatas en la emergencia y para mejorar o modificar las estrategias de control. Por otra parte, asegura la calidad de los productos primarios, base de sustentación de las distintas Cadenas de Valor relacionadas no solamente con la producción ganadera sino también con las Cadenas Ictícolas y Apícolas. Estas son razones sumamente importantes que motivan a la actual gestión en desarrollar un proyecto que potencie la capacidad técnica y operativa del laboratorio y vincule más a este con la universidad y la producción.
Nuestra provincia, ejemplo de trabajo participativo en lucha sanitaria veterinaria se mantiene vigente porque garantiza una respuesta socialmente organizada, donde los productores son el centro del sistema que ofrece efectividad y continuidad de las acciones sanitarias. Si bien somos libres (entre otras) de Encefalopatía Espongiforme, Peste Porcina Clásica y gripe aviar, las que junto a Fiebre aftosa, constituyen importantísimas barreras sanitarias en la comercialización de carnes, el riesgo de contraerlas no es cero, por eso un Sistema Sanitario Participativo con laboratorios de Red y Oficiales, basado en buenas prácticas, pueden llevar a cabo una correcta vigilancia epidemiológica y actuar de inmediato en la emergencia, mejorando de esta forma la capacidad de la respuesta sanitaria. Este Sistema, distribuido sobre una base geográfica concreta sobre las cuales se produce la articulación entre la sociedad y la producción ganadera, facilita la programación de acciones sanitarias locales, pudiendo llegar a transformar una situación de riesgo en una controlada.