Las encuestas posteriores demostraron que la pareja de Olivos estaba cantando truco con un cuatro de copas. Pero hoy los Kirchner se las siguen ingeniando para confundir a propios y extraños, y para que se hable de ellos: han instalado ahora el debate sobre si el año próximo será el turno de un pingüino o de una pingüina.

Por si fuera poco, Hebe de Bonafini hizo ayer uno de sus acostumbrados aportes a la causa K: "Cristina o Cristino, si es Kirchner es bueno". ¿Lo habrá dicho también por Alicia, a quien su hermano Néstor le ha pedido que comience a construir poder en la provincia de Buenos Aires, para sorpresa de Daniel Scioli? ¿O por Máximo, tras su paso como gerenciador de la tan sospechosa como efímera consultora familiar?

Mientras la titular de Madres de Plaza de Mayo pretende vender la idea de que los Kirchner son tan buenos que será difícil quedarse con uno, otros dirigentes del oficialismo confían en otra idea bien diferente y que alude al dicho "mejor malo conocido que bueno por conocer". Consultores de opinión pública de aceptable reputación creen que por ahí pasa buena parte de la explicación del crecimiento en la imagen positiva que experimentaron los Kirchner desde principios de año y que hoy se ubica por encima del 30 por ciento, contra menos del 20 por ciento que tenían poco después de las elecciones del 28 de junio del año pasado.

La recuperación del Gobierno, aun cuando insuficiente para proyectar el éxito electoral, se explica por las dudas que despierta la oposición. Esta comenzó a construir un camino de consensos a nivel parlamentario, aunque con muchos baches todavía. Pero ha desandado algo de lo que avanzó en las elecciones de 2009 en términos de opinión pública.

La oposición tiene candidatos. También tiene poder territorial y estructuras políticas. ¿Qué le falta? Una propuesta clara para la ciudadanía que trascienda el mero antikirchnerismo. Los inminentes debates sobre el 82% móvil para los jubilados y sobre el futuro de las retenciones serán sus mayores desafíos en lo inmediato. Mientras la discusión entre sus dirigentes pase por las "sugerencias" de Elisa Carrió a Ricardo Alfonsín, por algún desaire de Hermes Binner a Julio Cobos o por la incapacidad de Mauricio Macri, Francisco de Narváez y Felipe Solá para resolver sus malquerencias, el tiempo para la oposición se seguirá acortando.