Pero, ¿nos pusimos a pensar nuestra responsabilidad en esto? ¿Tenemos claro qué condiciones estamos ofreciendo a nuestros empleados? La opinión de FedericoLyford-Pike, consultor de recursos humanos de Agrositio.com y con una amplia trayectoria gerencial en producción láctea.
Con la continua incorporación de nuevas tecnologías, la intensificación de los procesos y el incremento de la escala en los tambos, el tema “personal” se vuelve una cuestión insoslayable.
Sin embargo, empresas tamberas que no fallan en su planteo técnico-productivo, suelen fracasar muchas veces en el manejo de sus recursos humanos. “Antes las empresas eran más estables, el planteo era más sencillo, todo era más predecible… Hoy los tambos no sólo tienen la exigencia de armar un paquete tecnológico sino todo un paquete humano, teniendo en cuenta necesidades de infraestructura, vivienda, traslado de la gente al campo… Hay una serie de cuestiones que a veces no son fáciles de diseñar, pero que deben ser contempladas por el productor. El empresario lechero tiene naturalmente más vocación por la producción pero también tiene que ser un humanista, tiene que tener un perfil de psicólogo-comunicador”, explica Federico L-Pike, consultor de recursos humanos y responsable de ese área en Agrositio.com.
¿RUTINA O CONFORT?
Sin cuestionar lo sacrificado del trabajo de tambo –fundamentalmente en los meses del invierno–, Pike relativiza su carácter de “rutinario”: “Rutinario es el trabajo del que está en el subte vendiendo boletos, porque no toma ninguna decisión más que dar el vuelto. En el tambo, en cambio, la gente tiene rutinas de trabajo pero en esa rutina está constantemente tomando decisiones, porque trabaja con animales, con complejos sistemas alimenticios… con ciclos biológicos que requieren permanente observación, pensar, estar atentos a todo, tomando decisiones “al toque” como es el caso cuando aparece una vaca con mastitis.
Atribuir el recambio de personal y la dificultad para conseguir mano de obra al carácter rutinario de la actividad, es desconocer por ende las pobres condiciones en que suele darse muchas veces ese trabajo. El consultor propone entonces realizar un “análisis de situación”, un inventario de las comodidades con las que dispone el propio establecimiento: “No estamos hablando de temas difíciles, sino de sentido común. Pero el productor debe tomarse su tiempo, salirse de lo productivo y ver cómo es el tema vivienda, de los francos, de la comida y los descansos….. es necesario ir armando un esquema superador para que todo funcione mejor”, asegura.
Algo muy clásico de ver era –según relata– la figura de la cocinera que preparaba la comida para todo el personal del tambo. Pero muchas de estos aspectos organizacionales importantes, por economía o por “reingeniería” se fueron dejando de lado. “Técnicamente a todo el mundo le apasiona el tambo, porque tenés todas las actividades para demostrar tus capacidades y aprender: guachera, reproducción, nutrición, genética, maquinarias… pero el día a día se puede hacer duro si luego de una jornada de intenso trabajo, soportando una lluvia intensa por ejemplo, el empleado llega a su casa y se tiene que poner a cocinar….. Si este colaborador no comió bien, no descansó bien o no tiene cómo protegerse bien contra el frío, más temprano que tarde, terminará yéndose a trabajar en los centros urbanos”, advierte.
Volver a replantear eso se torna, entonces, una necesidad inminente. “Hoy hay un montón de soluciones novedosas al tema comida que antes ni se imaginaban. Una opción puede ser, por ejemplo, que se contrate una persona del pueblo que brinde el servicio de catering para el mediodía. Eso tiene, por supuesto, un costo, ¿pero cuánto te cuesta una persona que formaste durante un año, se cansa o “se reniega” y se va. Después no podemos quejarnos que la gente no quiere venir a trabajar al campo”, indica.
Para el consultor, otro punto en el que también se falla muchas veces es en la organización del “tiempo libre”: “En Nueva Zelandia, en época de parición, en dos semanas quizás tienen doce días de trabajo, catorce horas corridas y sólo paran a comer media horita… pero luego están organizados con relevos como para que esa persona disponga de dos días libres. ¡Lo tienen bien diseñado! Acá muchas veces el productor no está concientizado o no tiene bien armado el tema de francos trabajando desorganizadamente… Si la persona es trabajadora y tiene vocación, seguramente va a hacer el esfuerzo pero en algún momento se va a cansar o desanimar”, advierte.
VOCACIONES
Federico Pike es un convencido que en el interior sigue habiendo muchos/as jóvenes a los que les gusta el campo y que encantados accederían a trabajar con una empresa que los convoque. “Para mí en el agro argentino hay mucha gente dispuesta a trabajar en el campo; el tema es cómo los atraigo a mi campo, cómo logro que quieran venir a trabajar en mi empresa (esto es ser Empleador de Elección). El productor debe mirar sui empresa y preguntarse: ¿yo, a los 18 o 20 años, hubiera elegido o “soñado” venir a trabajar acá? Es una pregunta de sentido común…”, confía, recordando los tiempos en que algunos establecimientos se erigían como verdaderas estancias formadoras: “Antiguamente había estancias bien organizadas y con buenas comodidades, que tenían muy buena fama, y en las que los jóvenes querían entrar porque sabían que iban a aprender y que, si luego no podían crecer en esa empresa, seguramente tendrían otras opciones pues en el mercado laboral sería reconocido como “graduado” de tal estancia y sería buscado”.
Entre las vocaciones, el consultor destaca la presencia de muchas mujeres
dispuestas a desempeñarse en el sector, fundamentalmente en los últimos quince
años. Pero el tema pendiente es darles un lugar a ellas en el tambo: “No es
machismo, es que los campos no están generalmente diseñados para que trabajen
chicas… si un uno no tiene pensando sus comodidades – un baño, dormitorio y
pequeño estar propios- no va a ser posible incorporarlas. Y es un tema que los
nuevos líderes empresarios –que están viendo el cambio en la producción– deben
contemplar y encontrar soluciones”.
Si bien hay tareas que implican un esfuerzo físico excesivo, hay otras labores
que pueden ser desempeñadas perfectamente por mujeres. La gestión, la guachera,
la inseminación, se listan entre ellas. “En EEUU, en Nueva Zelanda y Australia,
he visto muchas mujeres trabajando a la par de los hombres en tareas diversas y
complementarias. Sin duda, es un camino que también nosotros debemos transitar”,
reflexiona.
MERCADO LABORAL
–¿Qué te demandan hoy en la búsqueda de personal de tambo?
–En el caso de un encargado, se está pidiendo cierta experiencia en los nuevos procesos de producción del tambo. Se exige un alto componente técnico en materia de reproducción, nutrición, alimentación, manejo del mixer, que necesitan saber bien… pero yo creo que el tema técnico, en general, si bien requiere tiempo adquirirlo, no es un problema grave, porque si las personas tienen vocación y actitud, la aptitud lo van a adquirir con gusto, es cuestión de darle tiempo. El tema más difícil, por lejos, es el manejo del personal que eso sí, no se aprende fácilmente, lleva tiempo, requiere ciertas condiciones y además, tener la suerte de contar con un buen maestro. Este es un punto también a considerar para ser “empleador de elección”: ser una empresa que además de ser exigente en el logro de los resultados y en los procesos de trabajo, también enseñe y en un contexto laboral acorde.
–¿Crees que hay predisposición en las empresas para enseñar?
–Eso va en cada organización, en cada perfil de líder o jefe... algunos tiene más capacidad de enseñanza y paciencia que otros, pero en general se acepta en todas las empresas con tambo que deben hacerlo, porque cada vez más, hay muchos aspectos de aplicación práctica que no se pueden aprender en ninguna escuela agrotécnica, universidad u otros centros formativos.
–¿Cómo se hace con la cuestionada Generación Y, que es la que en este momento se incorpora en el mercado laboral?
–Primero debemos saber dónde estamos parados en cosas que ya forman parte de la Generación Y, que son los jóvenes nacidos después del 80 que se están incorporando desde el 2002-2003 al mercado laboral. Por ejemplo, ¿tenemos Internet en el campo o existe la posibilidad de tener? Porque hoy los jóvenes se educaron ya conectados. A la mayoría de los jóvenes les enseñan computación en las escuelas y aspiran comprarse una laptop… si cuando van al campo no la pueden usar es realmente un problema, porque es parte de ellos. Conozco un caso de un joven de 21 años, con buena formación y vocación, que llegó al campo donde fue contratado y como no tenía señal de celular decidió irse después de una semana de trabajo. Parece un caso extremo, pero vale la pena la mención porque es un caso real. Son situaciones que el empresario debe ponderar, porque son datos de la realidad… y no es que debemos descalificar a esa persona como que “no sirve, es poco rústico o no apto para trabajar en el campo”… no, es otra la formación, donde Internet, el celular, los mensajes de texto, la conectividad con sus amigos y familia es parte de su ser”.
Claramente, es responsabilidad del director o gerente del tambo diseñar bien su organización pensando en el bienestar de su gente. “Y el bienestar de la gente es anterior al bienestar animal, del que tanto se habla”, concluye Pike. “ Y además, es una ejemplo concreto de RSE, es decir, Responsabilidad Social Empresaria”.
Ing P. A. María Luz Urruspuru
DESTACADO
“Para mí en el agro argentino hay mucha gente dispuesta a trabajar en el campo; el tema es cómo los atraigo a mi campo, cómo logro que quieran venir a trabajar a mi empresa (ser empleador de elección) . El productor debe mirar su empresa y preguntarse:: ¿yo, a los 18 o 20 años, hubiera elegido o “soñado” venir a trabajar acá? (Federico L-Pike).
RECUADRO
LAS 3 MOTIVACIONES
Toda persona que trabaja tiene tres motivaciones, que juegan y se manifiestan totalmente en la actividad del tambo:
a) intrínseca: satisfacción por el deber cumplido, por la tarea bien
realizada y con resultados concretos a la vista, motivación que es total en el
tambo.
b) extrínseca: la remuneración y el reconocimiento. El tambo tiene que pagar
bien a su gente y tiene que dar la posibilidad de poder ahorrar y crecer. El
esfuerzo que implica, tiene que valer la pena. Y por supuesto, tiene que haber
un reconocimiento no monetario, frecuente y sincero.
c) trascendente: es cuando la persona siente que hace un trabajo superior, que
trasciende el establecimiento y que beneficia a la comunidad o a la economía del
país. Y la producción láctea es un alimento esencial para la humanidad, nada
menos!
Por Federico Lyford - Pike
Agrositio - RRHH