En la elección presidencial de octubre de 2007 Cristina se impuso en la primera vuelta con el 45% de los votos, y ahora el oficialismo cayó al 30%.
La diferencia estuvo generada por la pérdida del voto del campo, como lo evidenció el análisis geográfico de los resultados.
Además, por primera vez desde el surgimiento del peronismo en 1945, los productores agropecuarios tendrán más diputados en el Congreso que el sindicalismo.
A lo largo del mes de julio y comienzos de agosto, se fue haciendo evidente que el diálogo convocado por el gobierno no buscaba un acuerdo con la oposición política ni con el campo, sino que se trataba sólo de un recurso táctico destinado a ganar tiempo, reagrupar fuerzas y retomar la iniciativa.
Pero la dirigencia del sector reunida en la Comisión de Enlace, frente al fracaso del diálogo, fue conteniendo las críticas con el argumento de que a partir del 10 de diciembre, al asumir los legisladores electos hace dos meses, se podrían obtener por la vía parlamentaria las acciones que el Poder Ejecutivo viene denegando. Esta argumentación contuvo a los productores más radicalizados en las últimas semanas.
Al mismo tiempo fracasó un nuevo intento del oficialismo por dividir a la Comisión de Enlace, con la iniciativa - por ahora no concretada- de enviar al Congreso un nuevo proyecto de ley de arrendamiento.
Al votar el actual Congreso, que termina el 10 de diciembre, la prórroga de las retenciones, la esperanza del cambio a través del Poder Legislativo se fue perdiendo. Pero fue la decisión presidencial de vetar la ley que suspende el cobro de las retenciones a 37 partidos bonaerenses afectados por la sequía el hecho que mostró que, aún con el nuevo Congreso, no se obtendrían medidas que satisfagan sus reclamos.
Es que esta decisión del Ejecutivo anticipó la estrategia con la cual el kirchnerismo gobernará los dos últimos años del mandato, cuando pierda la mayoría en ambas cámaras.
El veto es una atribución del Presidente establecida en la Constitución y le permite evitar la vigencia de leyes aprobadas por el Poder Legislativo, el que a su vez puede insistir en la vigencia de la ley, pero para ello necesita mayorías especiales de dos tercios en ambas cámaras, muy difíciles de lograr.
La historia muestra que el veto puede ser usado como una excepción, pero no un sistema. Es que su uso sistemático termina generando una fuerte conflictividad política.
Ahora, sin posibilidad de cambiar las cosas hasta diciembre de 2011, la protesta del campo se precipitó inexorablemente. Es que ya no se trata de esperar cuatro meses hasta diciembre, sino casi dos años y medio.
La reanudación del conflicto, tras la tregua generada por el diálogo, no es un efecto no querido por parte del ex Presidente Kirchner, líder del oficialismo. Su personalidad política lo lleva a redoblar la apuesta tras cada retroceso.
Desde que el campo desafiara al poder de Kirchner, en marzo del año pasado, y lo derrotara políticamente a través del voto de Cobos en el Senado, para el ex presidente vencerlo no es un solo un objetivo político sino una necesidad para reconstruir el poder.
Fracasado el diálogo y anunciado el veto, no quedó al campo otra alternativa que reanudar la protesta.
A la Comisión de Enlace le queda ahora comprender que entre los cortes de ruta, que terminan perjudicando al conjunto de la sociedad, y la inacción hay un serie de acciones intermedias a emprender.
El conflicto del año pasado mostró que la clave del éxito alcanzado no estuvo en los cortes sino en la movilización. Fueron las grandes concentraciones realizadas en mayo en Rosario y en julio en la Capital sus verdaderas claves.
Las situaciones no se repiten matemáticamente, pero nuevamente será la movilización lo que puede determinar nuevas victorias del campo y será redoblar la apuesta la respuesta que Kirchner seguirá dando, con su apuesta de jugar a todo o nada..
No es un buen escenario, ni el deseable, pero es el que probablemente se dará.