"En 10 o 15 años, la Argentina puede duplicar su producción agrícola". El entusiasmante pronóstico pertenece a Diego López Casanello, presidente de Basf para Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. El ejecutivo conduce la filial local del gigante alemán, que aquí talla fuerte no sólo en agro, sino también en petróleo y gas y en la industria química, por ejemplo en pintura para las automotrices.
Pero el sector agropecuario tiene un peso muy fuerte en el negocio de la empresa en la Argentina. Significa cerca de un 30% de sus ingresos y la importancia que le asigna Basf está marcada, inclusive, por el hecho de que López Casanello, además de presidir la compañía, es director del negocio de agro.
Durante la presentación de un nuevo herbicida, esta semana en Buenos Aires (ver Llega un duro...), el ejecutivo brindó una entrevista exclusiva a Clarín Rural. Los siguientes son los tramos centrales del diálogo.
- El negocio agrícola en la Argentina está pasando un momento complicado. ¿Cuál es la visión que tienen de cómo sigue el escenario para el sector?
- Nosotros creemos que en 10 o 15 años la Argentina puede duplicar su producción agrícola. Y es con esa visión que seguimos invirtiendo. La campaña pasada fue complicada por la sequía y por el contexto económico, y en ese escenario algunas señales políticas claras podrían ayudar, sobre todo vinculadas a las retenciones al trigo y al maíz, pero la Argentina mantiene intacto su enorme potencial de crecimiento en agricultura.
- ¿En qué basan ese pronóstico?
- En el crecimiento exponencial de la demanda de alimentos, tanto para los humanos en forma directa como para los animales. Las proteínas de soja son un eje central de la demanda en esa materia, y quienes pueden proveerla son, básicamente, Estados Unidos, Brasil y la Argentina. Así que ahí está uno de los factores que impulsará a que la Argentina duplique su producción agrícola .
- En ese marco, ¿qué puede esperarse de la evolución de las tecnologías que estarán disponibles en la Argentina?
- Nosotros, específicamente, queremos lanzar un producto de uso masivo por año. Para Basf, Argentina y Sudamérica son tan estratégicas en agro como Asia lo es para nuestro negocio de industria química. Por eso, en 6 años vamos a invertir más de 100 millones de pesos en investigación y desarrollo, por ejemplo. Aquí pensamos duplicar nuestra facturación en agroquímicos en los próximos 3 o 4 años, porque vamos a ir incorporando muchas tecnologías adaptadas al mercado argentino.
- Tras un año complicado, y más allá de esas proyecciones de mediano plazo, ¿qué creen que puede pasar con el negocio agrícola más cerca en el tiempo?
- En el 2008, la superficie sembrada creció con respecto al 2007. En 2009, habrá que ver los números finales, pero creemos que habrá unas 2 millones de hectáreas más de soja que en la campaña pasada, y que será en general soja de primera. La Argentina tiene un enorme potencial maicero y triguero que hoy no está siendo aprovechado y eso, más allá de lo que signifique para las empresas, es un problema para el país. Hacen falta políticas que promueven esos cultivos porque a nadie, y tampoco a las empresas, les gusta depender de un solo cultivo.
- La situación financiera de empresas agrícolas y productores no parece hoy la mejor para acceder a la tecnología de punta.
- Nosotros, como proveedores de esa tecnología, tenemos que ayudar a que se puedan resolver esos problemas financieros temporarios. Para eso cerramos acuerdos con importantes bancos, armamos fideicomisos. es decir, herramientas para poder pasar esta coyuntura.
- ¿Cuál es su visión de la crisis internacional y su impacto en la producción agrícola?
- Nosotros estimamos que estamos empezando la recuperación, que será lenta. No será un rebote virulento, sino un proceso lento, que nos llevará dos años o más para volver a los niveles de 2008. En ese marco general, la industria agropecuaria está bastante protegida, porque no se vio tan golpeada como la demanda de bienes durables. El agro tendrá que ser el sector que ayude a salir más rápidamente de la crisis.